Somos seres Humanos y, de momento, no podemos evitarlo.
El vacío existencial, un apetito de todos.

Somos seres Humanos y, de momento, no podemos evitarlo. Desde que percibimos nuestra propia existencia, el miedo a dejar de Ser y la incertidumbre de lo que somos, nos acompaña y condiciona a diario. Es una necesidad exclusiva de los seres humanos. No les pasa a otros reinos como el animal o vegetal.

Durante un largo periodo de nuestra evolución vamos resolviendo esa necesidad viviendo como “Vampiros existenciales” a base de estimulo externo. Necesitamos ser queridos, aceptados por los demás. Reconocidos por lo que tenemos, por lo que parecemos o por el poder que tenemos.

Pasamos la vida rellenando y reparando nuestra autoestima haciendo funambulismo para no caer en nosotros mismos. En cuanto estos estímulos fallan, temblamos por dentro. Depresión, ansiedad, angustia, stress, prisa o insatisfacción son conceptos que están de moda. Si bien, deberíamos ser felices entre tanto “progreso”.

“Los Dioses castigan al Ser Humano concediéndole todos sus deseos” – Proverbio Hindú.
Todas las grandes civilizaciones anteriores a la nuestra, han experimentado antes de su decadencia, esta desagradable experiencia. En cuanto las necesidades externas son más o menos satisfechas, aparece una sensación de insatisfacción que nace en lo más profundo de nosotros mismos. Llegados a este punto, tenemos dos opciones: o nos vamos inventando problemas innecesarios para rellenar nuestra vida, o empezamos a responder a ese vacío y a las interrogantes que la acompañan; ¿Quién soy?, ¿de dónde vengo?, ¿a dónde voy?, ¿qué sentido tiene mi vida? Etc.

En el lugar y tiempo donde estamos, antes o después, y sobre todo cuando llegamos a satisfacer “suficientemente” nuestras necesidades humanas. Surge un apetito “metaecológico” de comprender el hábitat en el que estamos y aprender a ubicarnos mejor en el.

Las grandes multinacionales de lo trascendental.
Desde siempre ha habido quien se ha ocupado de estas cuestiones. Muchos de ellos se han organizado y agrupado para poder indagar. Este esfuerzo de búsqueda, ha permitido recopilar un valioso tesoro de sabiduría existencial, en poder de algunos privilegiados. Durante siglos, muchos de estos grupos han sido secretos.

Todo ello mientras el pueblo llano solo podía “comer” la comida (espiritual) precocinada. Estos grupos (algunos de ellos, grandes multinacionales de lo espiritual) han sabido separar los ingredientes que se comían (Lo esotérico) de los que compartían con las gentes (lo exotérico). Es tal el monopolio y la apropiación que de la cuestión Espiritual han hecho las grandes religiones, que hoy en día se nos hace difícil no mezclar los dos conceptos. Una cosa es la necesidad existencial y otra, muy distinta, el método o sistema que se venga utilizando.

El monopolio y la necesidad de popularizarlo.
Entre el monopolio de algunas grandes organizaciones y el secretismo de grandes y pequeñas, todo ese importante tesoro ha quedado alejado del vulgo. Lo peor de todo es habernos creído que esas cuestiones no son importantes. Que no tienen una repercusión en nuestra vida cotidiana. Que las cuestiones espirituales conciernen a unos pocos “chalados”.

Nada más lejos de la realidad. Mientras el ser humano no tenga clara toda la información que le incumbe, jamás podrá ser lo suficientemente libre para decidir por sí mismo. Será incapaz de discernir lo que está bien de lo que está mal, de saber priorizar y orientarse correctamente en la vida. La gente tiene derecho a conocer los planos del camino. A tener los ingredientes de la vida en cuanto a conocimiento y herramientas, y cocinarlos autónomamente. Solo un adulto puede ser libre. Pero ello supone el precio de tener que ocuparse de su propio avituallamiento existencial. Asumiendo el riesgo de equivocarse.

Gracias por leerlo
Vashista

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