¿Qué es?
Un problema es una respuesta pendiente a una pregunta en la vida. Una deuda pendiente (Dharma significa deber-deuda). Si esta pregunta no se responde con habilidad, antes o después aparecerá el Karma para enseñarnos el camino a seguir. No debemos confundir el sufrimiento con el problema, puesto que el problema es la pregunta, no el sufrimiento.
Etimologia
Desde un enfoque etimológico, la palabra “problema” se divide en tres partes:
- “pro“: Anterior a…, dirigirse a…
- “vallein“: Avanzar con fuerza y determinación (Bola, bala)
- “ma“: Indica el camino hacia la resolución.
De modo que un problema es algo así como “Un estado previo a la resolución”. Aunque en muchos casos no sea fácil responder a los problemas, es una palabra que aporta optimismo, ya que nos recuerda que al enfrentar un problema, estamos en el umbral de la solución.
¿Quién es el responsable?
“Yo soy el único responsable de todo lo que me pasa” También de mis problemas. Esta contundente afirmación suele causar mucho rechazo en una primera aproximación, pero cuando se comprende y se aprende, la resultante es un gran empoderamiento que cambia vidas a mejor. El sujeto paciente es el único responsable de ambas cosas; Es la causa primera, el responsable del problema y es el que ha de responder con habilidad para su resolución.
Esta afirmación no exonera de responsabilidades al entorno y otras personas. Cada uno es responsable de lo suyo y la responsabilidad de uno no exime de responsabilidades al resto de implicados. Para comprender la afirmación, podemos partir del hecho de que si no estoy vivo es imposible tener problemas. Desde el momento que decido continuar viviendo debería de asumir el riesgo que ello conlleva y asumir que soy el responsable que lo que pueda ocurrir-ME. Yo soy quien vive las situaciones y soy el responsable. No de todo lo que sucede, pero sí de lo que ME sucede.
El principio de responsabilidad nos recuerda que somos responsables de todo lo que nos ocurre. Este concepto es esclarecedor y esperanzador, pues implica que puedo resolverlo yo, que está en mis manos. Haciendo o dejando de hacer lo que debo, me convierto en el creador o destructor del problema.
El sufrimiento.
Decía el filósofo que “la vida es un día de colegio”. Hemos venido a esta vida a aprender y hay dos maneras de hacerlo; Por discernimiento (Viveka) o por sufrimiento, y las dos son inevitables mientras seguimos encarnados. A este mundo No hemos venido a sufrir, pero hay que saber asumir que en ocasiones necesitamos sufrir lo suficiente para aprender. El sufrimiento es la constricción necesaria para el despertar la Consciencia y/o Voluntad, necesarias para la posterior resolución del problema.
La clave para la resolución de los problemas radica en darse cuenta. Después, si la consciencia es suficiente, esta pondrá en marcha la voluntad y con ambas aparecerá la responsabilidad.
Tres tipos de discípulos
- Pólvora: Está disponible. Con un poco de chispa aprende rápido y resuelve. (¡fuegos artificiales!, maravilloso).
- Madera seca: A este, cuando se le ofrece el fuego, a veces prende (Aprende), otras se apaga pero termina por aprender con mas fuego (Luz y calor).
- Madera mojada: A este, cuanto más intentas encenderlo, más humo echa y te hace llorar. ¿Qué hacer? Si no quieres acabar quemado y sufriendo, no hay más remedio que dejar que se seque en la intemperie hasta que pueda prender.
La anestesia
Hay momentos demasiado complicados en los que podemos optar por evitar el problema y mirar para otro lado. Puede ser necesario e incluso conveniente, pero hay otras en que debemos tomar el toro por los cuernos sin escaqueos. Los seres humanos hemos desarrollado innumerables maneras de evitar el sufrimiento sin responder a la causa. Podemos convertir actividades cotidianas que pudieran parecer sanas en formas de anestesia para evitar la experiencia Dhármica del momento. Consumo de narcóticos legales o ilegales, trabajar, leer, hacer deporte, ver la tele, enredar con el móvil, comer, el estudio metafísico y algunas prácticas pseudo-espirituales pueden usarse para evitar la realidad. A la Verdad se llega a través de la realidad y no esquivándola. A esta resistencia le llamamos “pereza psico-espiritual”. Como todos sabemos, o debiéramos saber que el Diablo es un gran estafador y no ofrece soluciones. Solo ofrece parches temporales cortoplacistas y sucumbiendo a su tentación, solo conseguimos empujar la deuda Dhármica hacia adelante hasta que se convierte en Karma.
La culpa
Hay quien afirma que la culpa no tiene sentido, me inclino a decir que es una verdad a medias. Aunque lo ideal es que vayamos pasando de la culpa a la responsabilidad, mientras no vayamos avanzando en nuestro nivel evolutivo, me temo que la culpa y el castigo van a seguir siendo necesarias y van a estar presentes en nuestras vidas más de lo que nos gustaría.
Cierto es que todos somos inocentes desde un punto de vista Espiritual, pero eso no significa que a nivel terrenal siempre acertemos en nuestras respuestas a las preguntas de la vida. Es aquí, en los errores, donde aparece el Karma (castigo) para que podamos aprender a corregir nuestra errónea trayectoria.
¿El pecado?
No existe problema sin pecado. El universo es un gran gestor de recursos y no malgasta un solo recurso si no es necesario para la evolución. No existe castigo sin la necesidad de que el sujeto tenga algo que aprender.
Los pecados no lo son porque lo diga mucha gente, ni porque esté escrito en los libros, ni porque se diga desde hace tiempo, ni porque lo diga alguien importante. Un pecado lo es cuando el acto entra en conflicto con la realidad y se mide por las consecuencias.
La inadaptación al Dharma es pecado. Por eso es tan importante estar bien preparado Psico-Filosóficamente, conocer las leyes pequeñas y el Yoga Brahma Vidya y tener una buena comprensión de nuestra estructura caracterológica.
Nadie llega a ser santo sin pasar pecador.
Somos seres en evolución, imperfectos, inacabados, vivimos en un infierno donde entorno y el prójimo no facilitan el camino, siempre al límite de nuestro aprendizaje. Es inevitable cometer errores, pero podemos aprender y precisamente el aprendizaje es lo que nos hace inocentes. En el preciso instante en que el Ser humano aprende, no solo cognitivamente, sino integrando la enseñanza en obras, es cuando queda absuelto de ese pecado y pasa a ser inocente.
Resolución de los problemas:
Es evidente que un problema no existe sin el sujeto que lo padece. A veces, cuanto que el error es interno, la respuesta ha de ser subjetiva, haciendo los ajustes cognitivos, mentales o emocionales necesarios. Otras veces, cuando es el entorno el que está perjudicando al sujeto, debemos apuntar los esfuerzos hacia las circunstancias. Si el problema apunta hacia adentro, la solución hay que buscarla dentro. Sí el problema apunta hacia afuera, la solución hay que buscarla fuera. En cualquier caso, sigue siendo el sujeto el que debe buscar la solución.
No pide ayuda el que tiene un problema, problema tenemos todos. Pide ayuda el que busca soluciones.
Del confesionario al diván:
Todos los problemas tienen una raíz Espiritual (Yóguica). Antes eran los confesionarios católicos, ahora lo llamamos sesiones de terapia. Salvando algunas importantes distancias psico-filosóficas, en ambos casos se hace un examen de conducta. Se trata de hacerse consciente, y si mantenemos la consciencia suficiente (Meditación Sua), tarde o temprano nacerá el impulso de corregir. Paso a paso, lo que parecía imposible de solucionar, en muchos casos se soluciona.
El confesionario, arraigado en la tradición de la Iglesia Católica, era, y para algunos sigue siendo, un lugar donde revelar (Volver a ver) los pecados, despertar el propósito de enmienda y hacer lo necesario para recibir la absolución.
En una sesión psicoterapéutica con una base Yóguica, salvando algunas distancias, básicamente se mantiene la misma estructura de trabajo. Ambos tienen en común ofrecer un espacio para la atención y el compromiso con la resolución del problema. Ambos también reflejan la necesidad humana de buscar apoyo y orientación para enfrentar los desafíos básicos como la economía, la seguridad, la salud, los afectos, la sexualidad o el sentido u orientación que debo dar a mi vida.
La consejo-manía
Qué fácil es repartir consejos, ¿Verdad? Ya sean amistades, familiares o profesionales, mucho cuidado con los consejo-terapeutas. Hay consejos genéricos como “pon atención” “Pon voluntad” “Aprende” que nunca vienen mal, sin embargo, otros más concretos, dependen tanto de la coyuntura que es tan fácil ofrecerlos y recibirlos como de equivocarse con ellos. La presuposición conductual tiene un gran defecto y es que requiere de la coyuntura para ser fiable.
Los cuatro pilares para resolver un problema:
1.- Hacerse consciente del error- Pecado
Un buen diagnóstico es el principio de la solución. Debemos aprender a hacer las preguntas correctas. Una buena pregunta es un tesoro y una mala pregunta es un estorbo. Cuidado con los “Porqués”. Hay mejores preguntas como: ¿Qué?, ¿Cómo?, ¿Cuándo?, ¿Dónde?, ¿Cuánto?, ¿Para qué?, ¿Y…?
Necesitamos identificar y comprender bien el pecado causante del problema.
En muchos casos, los seres humanos invertimos en pecado mientras creemos estar invirtiendo en Virtud.
Tenemos que aprender a leer correctamente nuestra realidad, no con la mente, sino despertando conciencia/consciencia. Es un proceso de meditación (Samiama) para una buena comprensión del problema y sus causas. Sin duda alguna, nuestro entrenamiento Psico-Filosófico va a tener mucha importancia a la hora de hacer un buen diagnóstico. No es lo mismo disponer de una buena comprensión del sentido de la vida, que estar inmerso en un conjunto de creencias mal estructuradas.
2.- Propósito de enmienda
No tiene sentido hacer una esfuerzo de consciencia si acto seguido no pretendemos corregir el pecado. Ahora bien, la experiencia me dice que hay que tener mucho cuidado con este propósito, ya que a menudo se convierte en una carga añadida al propio problema. Lo que nunca falla es el mantenimiento de la atención sobre el error mismo (Meditación Sua). Esta consciencia, si se mantiene, va a despertar el impulso necesario para resolver el problema sin necesidad de presionarse para resolverlo.
3.- Penitencia
Esta palabra hace alusión a la “pena”, remordimiento, constricción o arrepentimiento como motor para un cambio de actitud o comportamiento. Tal y como ya hemos comentado, a veces necesitamos del sufrimiento para avanzar, pero hay una herramienta mucho más “moderna” poderosa y amable que la culpa para avanzar. Le llamamos principio de responsabilidad. Desde este principio tan poderoso, podemos volver al camino, enmendar, resolver y corregir sin necesidad del mantener la culpa como acicate.
4.- La meditación
Así como en el antiguo confesionario el Sacerdote proponía rezar (Orar) para buscar la absolución, sabemos por experiencia que la meditación es una de las mejores herramientas para evitar problemas y resolver mejor los existentes. En la medida en que vamos despertando y crecemos en el Yoga Verdadero, nuestra capacidad de percepción y empoderamiento van mejorando, los problemas disminuyen y vivimos más felices.
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