
Pues aquí seguimos con la última parte de esta trilogía de Gratitud… Confianza… Aceptación… En realidad según mi forma de verlo, debería de haber empezado al revés, porque cuando una se da cuenta de que las situaciones se dan de la única manera que tienen de darse para tu evolución, sólo queda Aceptar la situación, después Confiar en la Vida y para terminar Agradecer la situación porque va a ser un momento de aprendizaje, y por tanto de evolución…
Sinceramente, tengo tantas cosas que contar acerca de la Aceptación que no tengo ni idea de por donde empezar. Puedo empezar diciendo, que es uno de los tres pilares de mi vida y gracias a la Aceptación he podido sobrellevar pruebitas de lo más interesantes que la Vida me ha puesto.
La Aceptación es muy complicada, imagina lo complicada que es, que su falta es la causa del sufrimiento. Piensa un poco… cuando sufres por qué es? Sufrimos porque no aceptamos lo que nos pasa, sea lo que sea… si fuera fácil la Aceptación no llegaríamos al sufrimiento, o al menos éste disminuiría.
Una vez le preguntaron a Rumí, maestro persa del s. XIII sobre varias cuestiones, como qué era el miedo, la envidia, la ira, el odio… y en todas contestó que era la no aceptación. En el caso del miedo, la no aceptación de la incertidumbre. En el caso de la envidia, la no aceptación de la bienaventuranza del otro. En el caso de la ira, la no aceptación de lo que está más allá de nuestro control. Y en el caso del odio, la no aceptación de las personas como son. Si en vez de no aceptar trabajamos la Aceptación de la incertidumbre, se convierte en aventura, en reto, en oportunidad. Si trabajamos la Aceptación de lo bueno que le pasa al otro, se convierte en inspiración. Si trabajamos la Aceptación de lo que no está bajo nuestro control, y son tantas cosas las que están fuera de nuestro control, diría que todo lo que está de la nariz pa’fuera, se convierte en tolerancia. Y si trabajamos la Aceptación aceptando incondicionalmente a los demás como son, pues se convierte en amor, ya que amar es procurar la libertad del otro aunque no te incluya. Con esa Aceptación al otro comienza nuestra madurez espiritual.
Para comenzar a trabajar la Aceptación lo mejor es empezar a aceptar que no acepto, parece una tontería, verdad? pues no lo es. Tenemos un montón de circunstancias a nuestro alrededor que no nos gustan en absoluto, porque nuestra mente ya las ha etiquetado como buenas o malas, y nuestra emoción, en que me agradan o no me agradan. Todas esas circunstancias son neutras porque para otra persona esas mismas circunstancias pueden ser justo lo opuesto de lo que te resultan a tí. Entonces vamos a empezar a aceptar que no acepto esa situación, y además acepto que no me da la gana de aceptarla. Pues con esa actitud hacia no aceptar, ya estás empezando a practicar la Aceptación.
Como comentaba en el artículo anterior sobre la Confianza, Todo está bien, hablaba sobre que todo ocurre de la única manera que puede suceder, cuando te haces consciente de esto es cuando puedes empezar a aceptarlo, porque sabes que si no se puede dar de otra manera, es que se está dando de la mejor y única manera para tu aprendizaje y para tu evolución. Entonces empieza a ser más sencilla la Aceptación. A medida que vas teniendo más Aceptación, vas teniendo menos expectativas porque sabes que lo que venga es lo que debe de venir y es cuando se empieza a fluir con la Vida, ya que nadie vive una experiencia que no le corresponda. Y si le corresponde vivirla, la va a vivir luche o no, le guste o no, la acepte o no… Las dificultades no se arreglan luchando contra ellas, sino aceptándolas y así encontrar la mejor opción para solucionarlas. El desarrollar la Aceptación nos lleva a la Espiritualidad, a que las cosas no salgan como tú deseas y aceptar que así ha de ser para tu aprendizaje.
Se requiere de honestidad y de humildad para vernos realmente cómo es nuestra personalidad… Aceptación de esa personalidad, aunque muchas veces no nos guste lo que vemos. Y cuando está esa Aceptación, ya es el primer paso para poder empezar a cambiar… Mi personalidad alberga ira, envidia, rabia, celos, egoísmo, soberbia, miedo,… todo está bien, las re-conozco, las acepto y las abrazo, les doy su espacio y una vez que les doy su espacio empiezo a conocerlas, empiezo a averiguar qué situaciones de fuera me llevan a conectar con esas emociones que no me gustan en mí, aceptando esas situaciones y agradeciendo, que por esas situaciones puedo sacar el aprendizaje que necesito para seguir evolucionando. Si no acepto es que miro hacia otro lado, si me resisto a Aceptar, lo único que voy a conseguir es que aquello que no acepto persista… y a lo que me resisto, persiste.
Termino con un texto que en pocas palabras plasma lo que es la Aceptación:
«Pocas palabras»
Entre las orillas del dolor y el placer
fluye el río de la Vida.
Solo cuando la mente se niega
a fluir con la Vida
y se estanca en las orillas,
se convierte en un problema.
Fluir con la vida quiere decir Aceptación,
dejar llegar lo que viene
y dejar ir lo que se va.
Tú no eres lo que sucede,
eres a quién le sucede.
.- Sri Nisargadatta Mahar -.
OM Shanti !!
Umadevi
Preguntas para la reflexión
¿Qué situaciones recientes me cuesta aceptar y por qué?
¿Qué emociones surgen en mí cuando me resisto a aceptar algo?
¿Podría ver esa situación como una oportunidad de aprendizaje en lugar de un obstáculo?
¿En qué aspectos de mi vida necesito empezar por aceptar que “no acepto”?
¿Cómo cambiaría mi experiencia si confiara en que todo sucede para mi evolución?
¿Qué parte de mi personalidad me cuesta más aceptar tal como es?
¿Qué personas o actitudes me cuesta aceptar? ¿Qué me están mostrando de mí?
¿Cómo puedo transformar la incertidumbre en aventura?
¿Qué sucede en mí cuando dejo de luchar y empiezo a fluir con la Vida?
¿Qué significa para mí amar procurando la libertad del otro?
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