busco un yogui que me ayude a encontrar la Paz y el equilibrio
Ding dong

Edad indefinida, posiblemente más cerca de los 50 que de los 40, un vestir propio de 30 años atrás, el bolso pegado, colgando como una prolongación natural de un brazo inerte, una mueca parecida a una sonrisa en un semblante pálido que decía poco, las gafas grandes, de pasta, que ocultaban unos ojillos marrones. El “buenos días” salió de algún rinconcito profundo a través de una boca que no se abría, que no se movía.

Profesor (P).- Hola buenos días, respondí, ¿Qué desea?.

Visitante (V).-  Hola, ¿esto es un Centro de Yoga?, busco un yogui de verdad.

“Para no resultar descortés me guardé la respuesta que quería salir de mi boca que era otra pregunta ¿y cómo es un yogui de verdad?”

P.- Sí, es una Escuela de Yoga, y si buscas un yogui de verdad ya lo has encontrado.

V.- ¿Quién?, lo dijo poniéndose de puntillas como queriendo mirar por detrás de mí, al parecer no debía ser yo.

P.- Haciendo gala de un autocontrol que últimamente me tiene un poco sorprendido le pedí que me acompañara hasta una sala en la que hay un espejo de cuerpo entero y le dije que mirara allí. Pensó que le estaba tomando el pelo, vamos, que tenía el día guasón.

V.- Perdona, yo busco un yogui que me ayude a encontrar la Paz y el equilibrio.

P.- Pues está ahí.

V.- ¿Dónde?

P.- Delante de ti.

V.- Ahí solo estoy yo.

P.- Pues ahí es donde vas a encontrar el yogui de verdad, si no está ahí…
no está en ninguna otra parte.

V.- Yo llevo toda la vida conmigo y nunca he visto eso que dices.

P.- Es que lo tienes que buscar, encontrar, rescatar, proteger y hacer que crezca

V.- Pero eso es muy difícil.

P.- Bueno, es solo cuestión de prácticas y tiempo.

V.- ¿Tiempo?,¿Cuánto?

P.-  Pueeees, toda una vida.

V.- Eso es mucho.

P.-  No, es todo.

V.- Y entonces, si al yogui de verdad lo tengo que buscar dentro de mí, ¿para que el centro de yoga?, ¿Cuál es tu labor, si es que haces algo?.

P.- Para la primera pregunta la respuesta es que tu sola no lo encontrarías, y a la segunda, que yo me encargaré de transmitirte la Ciencia del Yoga, con sus técnicas, con sus prácticas, para que puedas recomenzar tu proceso de acercamiento al Yogui de Verdad. Además procuraré mantener este centro para que otros como tu puedan llegar también, que esté limpio, atendido, trataré de aclarar las dudas que se te planteen, encajaré tus cuestionamientos, tus críticas, tus accesos de vanidad, tus retos, intentarás adularme, dudarás de mis intenciones, lo que se dice todo un proceso de yoguinización, que como todo aprendizaje tiene diferentes fases: niñez, adolescencia, juventud y madurez en el Yoga. Te advierto que son muchos los que se lo proponen y pocos los que perseveran.

V.- La verdad es que lo que me cuentas no me resulta muy atrayente, deberías cambiar a tu experto en marketing.

P.- Pues mi experto en marketing es el tiempo, se encarga de llevarse a los que no están preparados para esta búsqueda, al margen de la excusa que tengan, los zarandea un poquito por ahí y me los devuelve pasado un tiempo, que no siempre es una vuelta definitiva, este ir y volver, en ocasiones, se repite muchísimo, los que se van, lo hacen con quejas diferentes, pero lo que les hace volver es siempre lo mismo.

V.- ¿Y qué les hace volver?

P.-  Pues es algo parecido a una deuda que tienen consigo mismo, que además, mientras no se satisface no te deja en paz más que a ratitos.

V.- ¡¡Vamos, que esto es como una casa de empeños!!

P.- No, no es una casa de empeños, pero mientras uno no reconoce y realiza su propia esencia vive de prestado, vive corriendo de acá para allá, detrás de metas efímeras, que después resultan ser humo, nada. A veces tiene que desandar mucho para encontrar el camino y el punto en el que se desvió. Otras veces es simplemente im-po-si-ble.

V.- ¿Y tú, cómo sabes que no te equivocas?.

P.- Bueno, yo no sé que no me equivoco, es más, una de las cosas que estoy aprendiendo es que me equivoco, también estoy aprendiendo que el panorama de equívocos cambia en el tiempo, vamos, que ya no me equivoco en las mismas cosas que antes, me equivoco en otras.

V.- ¿Y aún y sabiendo que te equivocas tienes el cuajo de pretender instruir a otros?

P.- Sí, resulta un poco-poco lo que puedo enseñar, pero sé que es útil, hace tiempo pensaba que podía enseñar más cosas, casi de todo, pero eran cosas que no eran mías, eran conocimientos prestados que tuve que devolver porque no eran míos, ahora lo que sé que puedo enseñar es muy sencillo, te puedo enseñar a respirar, a estirar tu cuerpo y a establecer una buena relación con él, te puedo enseñar que tienes deseos y emociones y que también tienes que encontrarles la medida, puedo señalar la mente como origen y constructor del mundo que percibes y a la que también hay que cogerle el “aire”. Después puedo mostrar la necesidad de mantener esos tres aspectos en un cierto orden para que tu verdadera naturaleza encuentre el camino despejado para poder manifestarse y así te vayas conociendo en tus aspectos humano y espiritual.

V.- ¿Tú has encontrado “eso”?

P.- De mi vida íntima prefiero no hablar.

V.- Puedes ser un estafador.

P.- Lo sé, pero lo que yo soy es cosa mía y el que tu quieras confiar en mí, es cosa tuya. En este tiempo ha habido quien ha llegado a esa conclusión y quien ha llegado a otras. Parece que no depende solo de mi o de lo que enseño, hay otros factores y entre ellos especialmente el tiempo, el tiempo no deja títere con cabeza, otros asuntos son las cosas verdaderas, esas se mantienen invariables, permanecen.

V.- Bueno concretando, que esto que me dices me parece mucho rollo, ¿aquí se despiertan los chakras?

P.- Los que tengas despiertos seguirán despiertos, los que estén “dormidos” seguirán así hasta que les llegue el momento de despertar.

V.- ¿Y la Kundalini?

P.- Lo mismo.

V.- Y la Sabiduría.

P.- Esa te la tendrás que ganar.

V.- Pero en otros sitios aseguran que sí ¿Y el tantra?

P.- El tantra ¿qué?

V.- Si enseñas tantra

P.- ¿Tantra como el enfoque espiritual de la sexualidad?

V.- Sí, Sí.

P.- Pues no, no. El Tantra es un símbolo de la unión de los dos aspectos de la energía en el momento de la meditación.

V.- Ya, Ya, vamos que no estás al día en temas de estos.

P.-  No, lo siento, sé poco y de lo poco que sé, sé poco.

V.- Gracias por la información, ya veré, adiós

P.- Muy bien, vuelve cuando quieras, adiós.

Giró sobre sus propios talones y desapareció por donde había venido. Me vino la imagen del Maestro y pensé que cuantas veces habría tenido que lidiar con este tipo de situaciones, la tremenda paciencia que demuestra y rogué por su vida y por la mía.

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