UFF QUE DIFICIL NO IMPOSIBLE
La difícil tarea de vaciar la agenda

En una época donde impera el acceso a la información, el acceso a las redes sociales, a la conexión virtual, se ha creado lo que yo llamaría la época del YA y en consecuencia la época de la desconexión interna. Lo que antes tardábamos horas, días, podemos ahora atenderlo en cuestión de segundos o minutos. Y lo que a priori podría parecer una ventaja, esconde también su lado oscuro, y, es que el abuso de todo este despliegue de facilidades tiene la trampa de, entre otras cosas, saltarte los ritmos naturales y comenzar una carrera de estímulos para la que no parece que estemos preparados.

Quieres ver una peli? Cuál? La tienes online. Quieres escuchar una música? Cuál? La tienes online. Quieres leer un libro? Cuál? Lo tienes online. Quieres tener conocimiento sobre un tema? Cuál? Lo tienes online. Quieres contactar con tus amigos o …no tan amigos? Los tienes online. Quieres irte de vacaciones? A dónde? Mira online, encontrarás los mejores chollos. Quieres comprar algo aunque no lo necesites? Busca en cualquiera de los links de descuentos accesibles. Estás harto del trabajo y necesitas hacer algo estimulante? Buscas online y encuentras ey, mira…y lo tienes online. Vamos, que vivimos online. Y nuestros jóvenes y no tan jóvenes estamos aprendiendo que esto de “vivir online” mola, porque lo tengo todo YA. Aunque creyendo estar on, me temo, peligramos estar más off que on.

Vaya por delante que con esto no pretendo abrir una guerra contra la era virtual, que considero es un avance, aunque sí una llamada al ritmo insano en el que estamos inmersos y a las nuevas creencias y hábitos insanos que no estamos cuestionando y que quizás merezcan su atención. Ya en la década de los 70 Alvin Toffler, en su libro “Future shock”, hablaba de las consecuencias que la sobredosis de información a la que empezábamos a estar sometidos producía y la desorientación que en mucha gente generaba los acelerados cambios tecnológicos. Hoy en día, veo más peligroso si cabe la falsa creencia de creer que el ser humano puede seguir ese ritmo virtual, incluyendo en su agenda tantos estímulos externos, que se olvide, como rezaba aquel, de parar para reparar. Aprovechemos todas las ventajas que el avance tecnológico nos brinda, aunque estemos también atentos a los efectos de la sobreestimulación, no vaya a ser estemos fomentado la desconexión interna en pro de la conexión externa.

Empezamos a no tener huecos en la agenda para estar. Huimos de ese estar necesario donde uno descansa en uno mismo, donde si uno se permite escuchar puede darse cuenta de cómo está. Ese estar donde uno se nutre para saber dónde anda en la vida, dónde está, qué necesita, hacia dónde camina, cuál es su propósito en la vida… más allá de correr en este maratón estimulante que nos crea la falsa creencia de estar viviendo a tope y que sin embargo como decía Lenon “la vida es eso que pasa mientras tú haces otros planes”. En el momento en que uno se siente infraestimulado saltan las alarmas y busca cualquier estímulo para huir de la quietud que ya hemos desterrado de nuestras vidas. Este maratón estimulante nos está impidiendo vivir algunas enseñanzas interesantes que esconden los temidos y evitados maestros como el aburrimiento y/o la frustración. Cuando salta la alarma del aburrimiento tratamos de escapar de ese temido estado. Qué o a quién tememos? Si el aburrimiento es hambre emocional, hambre de estímulos, me pregunto si cada vez que pretendemos huir de ese estado que llamamos “aburrimiento”, no estaremos enmascarando otras dificultades que no quiera o no sepa ver? Dificultades tales como el no saber estar con uno mismo? No estaremos fomentando una huida de nosotros mismos? Con la incierta creencia que es ahí fuera donde existe la barita mágica que me hará feliz? … “Si no lo encuentras dentro de ti, ¿dónde lo encontrarás?” (Alan Watts) En ese estado habitualmente incómodo, si uno se permite estar en él, hay veces que uno descubre interesantes tesoros como: aprender a gestionar la frustración, rescatar la paciencia, aprender a estar conmigo, reconocer mis limitaciones, hacernos cargo de nuestra realidad emocional, dar lugar a la creatividad interna, la asertividad, destapar la falsa creencia de que otros son causa de mi sufrimiento…

Hoy empezamos a tener la creencia de que la repetición, la rutina, el aburrimiento, la frustración son realidades a desterrar y la constancia, la paciencia y el medio y largo plazo parecen haber perdido su valor. No vemos que quizás lo realmente “aburrido” es estar corriendo un maratón en el que ni siquiera me doy cuenta que estoy corriendo sin rumbo, y con un agotamiento del que por acostumbrado que estoy ni cuenta me doy. ¿No estaremos tratando de engullir la vida sin siquiera degustarlo y digerirlo?. ¿Te imaginas engullir un pastel tras otro a toda velocidad, sin tiempo de saborear ni disfrutar del bocado, hasta que finalmente me empacho…?

Frena antes de que el empacho te obligue a hacerlo.

Buen día!

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