Miedo
...no tenemos derecho a sentir, pensar o hacer lo que nos salga. Solo tenemos derecho a sentir aquellos miedos, y otras emociones que...

La Emoción del Miedo

El miedo, es una de las cinco emociones fundamentales junto con el cariño, la tristeza, la rabia y la alegría que todos hemos experimentado en algún momento de la vida. Esta emoción que subyace agazapada bajo otras muchas emociones e influye notablemente en nuestras acciones diarias. En un mundo lleno de riesgos, es lógico y a menudo beneficioso sentir temor, vergüenza, pánico y asustarse cuando toca. En un mundo sin miedo, la imprudencia podría llevarnos a la perdición.

La Utilidad del Miedo

Para hacer una buena gestión de esta emoción, necesitamos distinguir entre dos tipos de miedo. El “miedo sano”, que se despierta frente a situaciones de peligro objetivo, mientras que el segundo, el “miedo insano”, se manifiesta cuando evitamos riesgos que no son “tan peligrosos”. Aprender a discernir entre estas categorías es esencial para no limitar nuestra capacidad de enfrentar desafíos y ampliar nuestra zona de confort. 

¿Me da miedo, o pongo miedo?

En este y otros textos observaras una inexactitud literaria para no complicar la comunicación. en lugar de escribir “se despierta”, “se manifiesta”, “aparece”, “surge”, “me da miedo”, sería más correcto y preciso decir que “pongo miedo” y otras emociones. Ya que no surgen espontáneamente y menos aún vienen desde algún lugar como si una mariposa se posará sobre mi. Consciente, y en muchos casos inconscientemente, somos cada uno de nosotros quien activa la emoción con una motivación subyacente. El miedo no viene, lo pongo yo. 

Posibilidades y Probabilidades

La gestión del miedo a menudo se ve distorsionada por la percepción de posibilidades. Nos perdemos entre los “y si, puede, tal vez, es posible, a veces…” que nos cuenta la mente, y terminamos encerrados en un laberinto de posibilidades imaginarias. Todo lo posible, es posible, pero no todo lo posible es probable. Calibrar bien los peligros implica aprender a calcular probabilidades con sensatez. Es un equilibrio delicado entre lo que puede suceder y lo que es probable que suceda, diferenciando así el miedo útil y necesario del miedo inútil o tóxico.  La importancia de calcular las probabilidades y no sucumbir a la parálisis por temores infundados es imprescindible para controlar el miedo.

El Respeto al Miedo

Existe un derecho real salvaguardado por el Karma que solo permite continuar el camino a aquellos que circulan “Dharmicamente”. Luego no tenemos derecho a sentir, pensar o hacer lo que nos salga. Solo tenemos derecho a sentir aquellos miedos, y otras emociones que se ajustan a la realidad. A derecho. Únicamente los miedos que se ajustan a derecho merecen respeto por su conexión con situaciones de peligro probable y suficiente. 

La vergüenza y otros miedos a menudo son excesivamente reverenciados y se utilizan como excusa para evitar enfrentar desafíos, eludir responsabilidades o evitar experiencias, mientras que emociones como la pereza son rápidamente censuradas. Este respeto excesivo puede conducir a parálisis. Basta con tener miedo para que dejemos a un lado la conducta sensata y enarbolemos un “todo vale”.  Debemos respetar a las emociones en función a su  ajuste con la realidad.

La Relación Entre el Miedo, la Duda

En muchos casos, el miedo coexiste con la duda como mecanismo para evitar la toma de decisiones y el riesgo asociado. Al refugiarnos en la duda, evitamos arriesgar y llegar a conclusiones en una deriva tramposa contraria al Dharma. Debemos ser conscientes de que hay un tiempo para la duda y que esta, ya es una decisión en sí misma. Es una apuesta. Una gestión adecuada del miedo implica superar la complicidad entre el miedo y la duda y responder al requisito del momento.

Miedo, Inconsciencia y Pereza:

La cobardía es una insurrección a la Vida. Una mezcla de miedo y pereza subyacente, acompañada de falta de ecuanimidad espiritual. Para avanzar hacia la valentía, necesitamos reconocer a base de consciencia, la pereza oculta y realizar el esfuerzo necesario para enfrentar las resistencias. Un valiente es alguien que siente miedo pero lo enfrenta al considerar que el peligro no es lo suficientemente grande en comparación con el probable beneficio. Si fuéramos lo suficientemente conscientes de las consecuencias de nuestros actos no cabría la incertidumbre y tampoco el miedo cobarde. Por ello, todo lo que podamos hacer para enriquecer nuestra comprensión de la vida se convertirá en un antídoto para la disipación del miedo patológico.

La Fe como Antídoto

La relación entre el miedo y la fe en la vida es innegable. La fe, entendida como confianza y entrega a una Conciencia y Voluntad superior. ¡Ojo! no estamos hablando de una fe estúpida, supersticiosa e irresponsable que deposita el el SER la propia responsabilidad, no. Hablamos del resultado de una experiencia real derivada de la rendición a la Verdad, lo esencial y profundo a través de la realidad cotidiana. Solo entonces encontramos un refugio donde nos sentimos seguros y dejamos de querer controlarlo todo, aceptando que no todo está en nuestras manos. Reconocer la limitación de nuestro control y entregarnos a la vida permite vivir en paz, superando la parálisis del miedo y avanzando hacia una existencia más plena. Estamos hablando de ocuparse de lo que toca y dejar de preocuparse de lo que no toca.  

Conclusión

La gestión valiente, no temeraria ni cobarde del miedo implica discernimiento, esfuerzo y fe. Al enfrentarnos a nuestros miedos con una actitud consciente, podemos liberarnos de las cadenas que limitan nuestro crecimiento y avanzar hacia una vida más plena y enriquecedora.

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