Incumplimiento contractual con las leyes de la Vida
La Palabra Pecado, a pesar de considerarse desfasada y erróneamente asociada a la religión, conserva un significado fundamental en nuestras vidas y no debería ser desterrada del lenguaje cotidiano si pretendemos apartar el sufrimiento de nuestro día a día.
La Espiritualidad no debería limitarse exclusivamente a la esfera religiosa, ya que constituye una realidad inherente a la condición humana, incluso en aquellos que se autodenominan agnósticos, ciencifistas o ateos.
Las leyes fundamentales
La Ley de Evolución (Sanatana Dharma) es la Ley que organiza todo cuanto existe, y todas las demás leyes como la Ley de Economía y la Ley del karma, están a su servicio y conforman el cimiento de nuestra realidad. Asimismo, no debemos olvidar, por la cuenta que nos trae, otras leyes más comunes y aparentemente menores, como la ley de la gravedad, la ley de la temperatura o el factor tiempo entre otras, que también desempeñan un papel crucial y que también estas, determinan si estamos actuando correctamente o pecando.
La Función del Karma como Policía
Así como la Ley de Economía sería la “secretaría” que gestiona los gastos del Universo, La Ley del karma es la que administra la justicia. Una especie de juez que siempre busca un equilibrio en sentido Dhármico y evalua si estamos en armonía con el Suddha Dharma. Para alcanzar ese objetivo, la práctica de la meditación externa como interna, resultan fundamentales ya que contribuyen al desarrollo de la consciencia y la voluntad. Condiciones “sine qua non” para hacer innecesario el Karma de cada momento.
El Castigo
La inconsciencia y la falta de voluntad son la fuente de todos los pecados. Al hablar de pecado no se puede olvidar la palabra “castigo”. El castigo es la consecuencia Karmika que tiene la función de reconducir nuestros actos hacia el Dharma y así podemos afirmar que el Dharma es el antídoto del castigo.
Muchas veces, como fruto de nuestra Psicología y Filosofía irresponsable, consideramos el castigo como algo que alguien nos impone. Tal y como podemos ver en la palabra “Responsabilidad”, nada es, fuera de mi. “Yo soy el único responsable de todo lo que me ocurre”. Y si el acto en cuestión no respeta alguna de las leyes de la vida, también soy culpable hasta que aprenda lo que necesito aprender y por lo tanto merecedor de la experiencia Karmika para aprender. No empleo la palabra “merecer” con ánimo de amonestar, sino desde la perspectiva del derecho a recibir la enseñanza que necesito. En el momento en que el sujeto aprenda lo necesario, pasará a ser inocente y el Karma comenzará a despejarse para que pueda continuar caminando.
Reivindicando la Espiritualidad y Desenmascarando el Ego
He venido notando que las religiones han acaparado el concepto de “Espiritualidad”, sugiriendo que es análogo a lo que proclaman las instituciones milenarias que conocemos como religiones. Tal vez por esta razón, muchas personas desechan cualquier noción de lo espiritual al asociarlo con lo religioso. Es esencial despojar a la Espiritualidad de estigmas y reconocerla como una dimensión intrínseca y fundamental de la experiencia humana.
Nueve Pecados Capitales
En ocasiones, destinamos nuestros recursos a lo que creemos que es virtuoso, sin percatarnos de que, en realidad, estamos invirtiendo en el pecado. Dentro de los nueve pecados capitales, representados de manera destacada en el Eneagrama, hay uno que veneramos inadvertidamente. Al abordar estos pecados capitales, es necesario desenmascarar al Ego en lugar de encubrirlo. Un error importante que se comete en la actualidad con el Eneagrama es suavizar los nombres de los pecados. Llamando, por ejemplo “Mediador” al carácter “Perezoso” o “Prudente” al carácter “Cobarde”. Modificar los nombres no erradica el pecado; al invertir en él sin percatarse, mantenemos la desviación y prolongamos su influencia negativa en nuestras vidas. Identificar nuestro pecado principal es crucial para comprender nuestras motivaciones genuinas y mejorar nuestro camino hacia la Espiritualidad.
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